Dubai es así: lo amás y lo odiás. Es la ciudad más cosmopolita de un país donde hasta hace pocos años la decoración navideña estaba prohibida y apenas la permitieron obtuvieron el récord del árbol navideño más caro del mundo. Eso es Dubai. Vas a ver que todo es perfecto, extremadamente limpio, que la gente se viste como quiere y que hay personas de todas partes del mundo. Pero eso mismo que te fascina es lo que después te fastidia: interactuar en un mismo ambiente laboral con personas de veinte nacionalidades distintas, con comportamientos totalmente diferentes, cansa. Los maravillosos shoppings donde podés encontrar comida de absolutamente todo el mundo esconden la carencia de una identidad cultural fuerte. Está todo preparado para que consumas todo el tiempo: salir sin gastar dinero es muy difícil.
Mis últimos días en Karachi habían sido caóticos: de repente todo el mundo quería verme. Tuve una seguidilla de siete despedidas que incluyeron desde paseos en vela por el Mar Árabe, cenas en mi casa y en lo de mis amigos, una fiesta en el departamento de los chicos, hasta un almuerzo en el Marriot con mi jefe y algunos compañeros de la oficina. Aún así no llegué a ver en persona a todos mis conocidos, de hecho hubo hasta quienes se ofendieron por no poder verme cuando ellos querían (en lugar de respetar cuando yo podía verlos). Armar el bolso fue una actividad que quedó para el último día y para qué.... como una burla del destino, nos quedamos sin luz por 36 horas. Nuestra heladera se descongeló, inundando el departamento, todo era un caos. Sentía que la ciudad me decía "Ana, es momento de irte". Con una mezcla de emociones muy fuertes me despedí de la zona de confort construida en Karachi y al subir al avión cerré los ojos y deseé -debo admitir- aterrizar en Buenos Aires. A pesar de todas las adversidades que enfrentaba en Pakistán había logrado consolidar un grupo de amigos que me sostenía y tenía -a mi modo- una cierta rutina, lugares que me gustaban y todavía muchos sitios por recorrer dentro del país. Decir "adiós" sin saber cuando podré ver a la mayoría de las personas fue duro. Si bien quería viajar y desde hace meses que venía planeando cada etapa del recorrido necesitaba en aquel momento un abrazo contenedor, alguien que me sostuviera y me hiciera entender qué era lo que me estaba pasando.
El aeropuerto, el metro, el Mall of the Emirates: todo mi recorrido inicial en la ciudad me sorprendió totalmente. Rostros con rasgos totalmente diferentes entre sí, escuchar cuatro idiomas distintos en el metro y vestimentas variadas: ver chicas en minifalda al lado de mujeres en burka. No estaba preparada para volver a ver vestimenta occidental y muchas veces me quedé clavando la mirada -cual hombre pakistaní- en las piernas y escotes de distintas personas. Shweta sonreía cuando yo le decía “mirá esa chica, ¡usa shorts muy cortos!”y hasta se burlaba de lo pendiente que estaba de mi cartera en una ciudad tan segura como Dubai. Según me explicó las infracciones a la ley se castigan sin piedad: ante cualquier incidente la policía sustrae el documento del sospechoso. Las multas por exceso de velocidad o por mascar chicle en el subte son elevadísimas. En caso de robo lo más probable es que se deporte al ladrón y “como la gente viene a Dubai a trabajar y ahorrar es muy extraño que alguien se arriesgue a perder su fuente de ingresos”

Mi primer día de recorrido fue muy "clásico": vi el Dubai Mall, el Burj Khalifa, el Burj al Arab y el Dubai Museum. Caminaba como una autómata, buscando los lugares que se supone que uno tiene que conocer sí o sí al estar allá, saqué fotos y seguí caminando hasta que me cansé. Me sentía muy sola, no por el hecho de estar sola en sí mismo sino porque no estaba de humor consumista y sentía todo alrededor mío muy artificial. Volví al departamento y Shweta me propuso salir con sus amigos a El Malecón, una disco latina. Al entrar sentí que algo se apoderaba de mí y durante toda la tanda de temas latinos bailé y canté sin parar. Desde Julio que no estaba en un boliche, que no veía gente bailando en un lugar abierto al público, que no veía el típico "show off" de mujeres bailando y hombres intentando acercarse a ellas. Sentí que poco a poco me (re)conectaba con quién yo era, como si la estadía en Pakistán hubiese intentado cambiarme.
Al día siguiente me levanté pasado el mediodía sin ninguna culpa y pasé la tarde arreglando para encontrarme con Gabriela, una amiga y colega de Juan (amigo colombiano en Karachi) que trabajaba en Dubai a partir de una pasantía de AIESEC. Gabi organizó una una cena junto con dos amigas suyas en el Souk Medina Jumeirah, un complejo de restaurantes, bazaares y pubs. Mi carencia de teléfono hizo que me desencontrara, llegara tarde y tengamos dos cenas distintas. Charlé con Gabi y me quedé con Mariana y Nicola allí. Si bien no conocía anteriormente a las chicas tuve una conexión instantánea: vivir unos meses fuera de tu país (especialmente en lugares con tradiciones culturales diferentes) hace que uno pasé por cosas muy intensas que pocas personas comprenden del todo. Habiendo terminado la segunda cena nos quedaba mucho por charlar y Mariana sentía que era su obligación moral que mi última noche de Dubai fuese algo más que comer y dormir temprano. Fuimos a tomar algo a uno de los tantos pubs del complejo, casualmente uno que contaba con una banda cubana en vivo. Se repitió la misma escena de baile y canto desenfrenado de la noche anterior, sumado al hecho de que esta vez no era la única latina nostálgica.
Me fui al departamento de Mariana porque teníamos que hablar. Era casi una obligación, no podíamos despedirnos así nomás. Ella me decía que le encantaba haberme conocido, que necesitaba hablar con alguien y yo sentía que al revés, yo era quién más lo necesitaba para compartir todas lo que me pasaba en ese momento. Nos quedamos charlando por horas, riéndonos a las carcajadas con las anécdotas que cada una tenía. Al día siguiente me mostró el vecindario donde vive y se disculpó por “traerme tan lejos”. Le expliqué que, por el contrario, me interesa más ver cómo viven los habitantes de la ciudad, cómo son los barrios residenciales y que facilidades tienen que el hecho de ver la vidriera de Gucci o Prada. Nos quedamos charlando en la terraza del departamento, viendo cómo las calles pueden terminar en forma abrupta en la nada misma y de cómo se construyen condominios en el desierto, sin pensar mucho en comunicarlos con transporte público.

Mis últimas horas en Dubai transcurrieron junto con los amigos de Mariana caminando por el Golden Souk, el Spice Souk (mercado de especias) y por último fuimos a ver el Atlantis, el conocido hotel en el complejo con forma de palmera. Una sensación de tranquilidad y alegría reinaba en mí... algo curioso después de la melancolía de los días anteriores.
Le comento a mi guía y amiga mexicana:
-No sé que me pasa pero estoy mucho más contenta que antes
-Yo también, me encantó haber charlado con vos, hace tiempo que no me reía así. Ahora puedo aguantar unos cuantos días normales, que sé que voy a estar bien, ya tuve mi dosis de happy people.
-¿Qué? ¿Cómo happy people?
-Sí, es un chiste con mi hermana y otros amigos que viajaron mucho. Los latinos somos la "happy people", por más que hablemos inglés poder hacer chistes en español es algo totalmente distinto. Cantar, moverse, hablar, bailar... es algo único y especialmente en países árabes o en tu caso en Pakistán uno no tiene muchas oportunidades de hacerlo, ¿no?
En ese preciso momento comprendí que las restricciones de una sociedad conservadora van más allá del hecho superficial de cubrirse las piernas y los hombros. Las normas sociales afectan todo nuestro comportamiento y poder compartir estos pensamientos con alguien que tuviese la misma óptica fue maravilloso, así como también lo fue recorrer la ciudad con ella. Durante mis días en Dubai conocí personas increíbles con quienes me sentí acompañada, comprendida e intercambié experiencias y opiniones. A Mariana le terminé agradeciendo por su sesión de terapia, para cuando me dejó en el aeropuerto yo sentía que había "deshollinado" por completo, estaba ya emocionada por empezar el viaje. Me tomó unos días de adaptación y muchas reflexiones personales para poner el modo viajero on y así fue como arranqué unos increíbles y maratónicos días en Singapur, Malasia y Filipinas.... que quedan para la próxima entrega!
Este fragmento forma parte de una de las tantas charlas que tuve con Mariana, una de mis guías y psicólogas (explicaré más adelante) de Dubai. Lo más curioso e interesante es que la misma frase "Dubai la amás y la odiás" me la dijeron también Shweta y Gabriela, en distintas conversaciones. En Pakistán había hablado con varios colegas y conocidos que vivieron allí pero decidieron volver. Otros se quedaron, no del todo conformes, ya que el estilo de vida no es para cualquiera.
Las razones por las que visité esta loca ciudad son apenas un elemento del caótico proceso de elegir vuelos, obtener la visa, problemas con la aerolínea elegida -y luego con mi tarjeta- y demás sucesos que sucedieron en Junio. Básicamente, Dubai era un stop obligado en mi trayecto para llegar a Karachi y elegí quedarme unos días allí antes de irme para el Sudeste Asiático. Porque a pesar de que no me sienta atraída por los shopping malls la verdad es que como estudiante interesada en Sociología Urbana no podía no conocer la ciudad híper moderna en medio del desierto. Como la primer parte del viaje la realizaba sola elegí con quién quedarme a través de Couchsurfing. Era la primera vez que utilizaba este método de viaje (digo viaje y NO alojamiento gratis porque utilizar Couchsurfing es elegir una forma distinta de viajar), estaba nerviosa pero resultó ser una experiencia excelente. Shweta, mi anfintriona, decidió alojarme porque venía de "la mejor ciudad del mundo". Resulta ser que hace un año decidió hacer un stop en su vida laboral para dedicarse a mochilear por Sudamérica. Quedó encantada con nuestro país, al punto tal de tener un tatuaje de la bandera argentina, en forma de reloj de arena horizontal, en su tobillo.
Para ella, el tiempo se detuvo al estar de viaje, al ver dos arcoíris en la Patagonia, al caminar por San Telmo y conocer Salta. Hablamos de los barrios porteños, de la diversidad de cosas para hacer… y realmente la felicité por todo lo que había conocido, fue muy conmovedor que me hablaran con tanto cariño de mi propio país. Originaria de Bombay, India, vive en los Emiratos Árabes Unidos hace 5 años por lo que conoce bastante de su vida cotidiana y me introdujo enseguida a su grupo de amigos, con quienes me sentí cómoda desde el primer momento. Cene´, jugué al pool, salí y bailé con ellos como si no fuese una persona que acababa de llegar.
Mis últimos días en Karachi habían sido caóticos: de repente todo el mundo quería verme. Tuve una seguidilla de siete despedidas que incluyeron desde paseos en vela por el Mar Árabe, cenas en mi casa y en lo de mis amigos, una fiesta en el departamento de los chicos, hasta un almuerzo en el Marriot con mi jefe y algunos compañeros de la oficina. Aún así no llegué a ver en persona a todos mis conocidos, de hecho hubo hasta quienes se ofendieron por no poder verme cuando ellos querían (en lugar de respetar cuando yo podía verlos). Armar el bolso fue una actividad que quedó para el último día y para qué.... como una burla del destino, nos quedamos sin luz por 36 horas. Nuestra heladera se descongeló, inundando el departamento, todo era un caos. Sentía que la ciudad me decía "Ana, es momento de irte". Con una mezcla de emociones muy fuertes me despedí de la zona de confort construida en Karachi y al subir al avión cerré los ojos y deseé -debo admitir- aterrizar en Buenos Aires. A pesar de todas las adversidades que enfrentaba en Pakistán había logrado consolidar un grupo de amigos que me sostenía y tenía -a mi modo- una cierta rutina, lugares que me gustaban y todavía muchos sitios por recorrer dentro del país. Decir "adiós" sin saber cuando podré ver a la mayoría de las personas fue duro. Si bien quería viajar y desde hace meses que venía planeando cada etapa del recorrido necesitaba en aquel momento un abrazo contenedor, alguien que me sostuviera y me hiciera entender qué era lo que me estaba pasando.
Mi primer día de recorrido fue muy "clásico": vi el Dubai Mall, el Burj Khalifa, el Burj al Arab y el Dubai Museum. Caminaba como una autómata, buscando los lugares que se supone que uno tiene que conocer sí o sí al estar allá, saqué fotos y seguí caminando hasta que me cansé. Me sentía muy sola, no por el hecho de estar sola en sí mismo sino porque no estaba de humor consumista y sentía todo alrededor mío muy artificial. Volví al departamento y Shweta me propuso salir con sus amigos a El Malecón, una disco latina. Al entrar sentí que algo se apoderaba de mí y durante toda la tanda de temas latinos bailé y canté sin parar. Desde Julio que no estaba en un boliche, que no veía gente bailando en un lugar abierto al público, que no veía el típico "show off" de mujeres bailando y hombres intentando acercarse a ellas. Sentí que poco a poco me (re)conectaba con quién yo era, como si la estadía en Pakistán hubiese intentado cambiarme.
Al día siguiente me levanté pasado el mediodía sin ninguna culpa y pasé la tarde arreglando para encontrarme con Gabriela, una amiga y colega de Juan (amigo colombiano en Karachi) que trabajaba en Dubai a partir de una pasantía de AIESEC. Gabi organizó una una cena junto con dos amigas suyas en el Souk Medina Jumeirah, un complejo de restaurantes, bazaares y pubs. Mi carencia de teléfono hizo que me desencontrara, llegara tarde y tengamos dos cenas distintas. Charlé con Gabi y me quedé con Mariana y Nicola allí. Si bien no conocía anteriormente a las chicas tuve una conexión instantánea: vivir unos meses fuera de tu país (especialmente en lugares con tradiciones culturales diferentes) hace que uno pasé por cosas muy intensas que pocas personas comprenden del todo. Habiendo terminado la segunda cena nos quedaba mucho por charlar y Mariana sentía que era su obligación moral que mi última noche de Dubai fuese algo más que comer y dormir temprano. Fuimos a tomar algo a uno de los tantos pubs del complejo, casualmente uno que contaba con una banda cubana en vivo. Se repitió la misma escena de baile y canto desenfrenado de la noche anterior, sumado al hecho de que esta vez no era la única latina nostálgica.
Mis últimas horas en Dubai transcurrieron junto con los amigos de Mariana caminando por el Golden Souk, el Spice Souk (mercado de especias) y por último fuimos a ver el Atlantis, el conocido hotel en el complejo con forma de palmera. Una sensación de tranquilidad y alegría reinaba en mí... algo curioso después de la melancolía de los días anteriores.
Le comento a mi guía y amiga mexicana:
-No sé que me pasa pero estoy mucho más contenta que antes
-Yo también, me encantó haber charlado con vos, hace tiempo que no me reía así. Ahora puedo aguantar unos cuantos días normales, que sé que voy a estar bien, ya tuve mi dosis de happy people.
-¿Qué? ¿Cómo happy people?
-Sí, es un chiste con mi hermana y otros amigos que viajaron mucho. Los latinos somos la "happy people", por más que hablemos inglés poder hacer chistes en español es algo totalmente distinto. Cantar, moverse, hablar, bailar... es algo único y especialmente en países árabes o en tu caso en Pakistán uno no tiene muchas oportunidades de hacerlo, ¿no?
En ese preciso momento comprendí que las restricciones de una sociedad conservadora van más allá del hecho superficial de cubrirse las piernas y los hombros. Las normas sociales afectan todo nuestro comportamiento y poder compartir estos pensamientos con alguien que tuviese la misma óptica fue maravilloso, así como también lo fue recorrer la ciudad con ella. Durante mis días en Dubai conocí personas increíbles con quienes me sentí acompañada, comprendida e intercambié experiencias y opiniones. A Mariana le terminé agradeciendo por su sesión de terapia, para cuando me dejó en el aeropuerto yo sentía que había "deshollinado" por completo, estaba ya emocionada por empezar el viaje. Me tomó unos días de adaptación y muchas reflexiones personales para poner el modo viajero on y así fue como arranqué unos increíbles y maratónicos días en Singapur, Malasia y Filipinas.... que quedan para la próxima entrega!