miércoles, 25 de julio de 2012

Montaña rusa

Hola a todos, qué tal? Hoy escribo nuevamente con muchas novedades y todavía mucho más por vivir!

En estos días siento que me pasó de todo, que pasé en un lapso de 6 días por tantos estados emocionales distintos que es como si estuviera arriba de una montaña rusa:

-Pasé de sorprenderme con lo nuevo a comenzar de a poco a adaptarme (y enojarme también, quizás) con la situación social de la ciudad.

-Fui a la inauguración de una marca de ropa para hombres para la cual algunos de los chicos de acá posaron como modelos. Fue bastante divertido para todos ver sus fotos tanto en las vidrieras como en el local y sobre todo es más divertido aún porque al conocerlos sé que ninguno de ellos se dedicó al modelaje antes. Como tienen caras "exóticas" y son altos, alcanza. No es mi caso, acá todos me tildan de "patán" que, pese a que suena como el perrito del dibujito La Carrera de los Autos Locos, es la palabra en urdu para designar a los pashtunes, etnia mayoritaria en el sureste de Afganistán y noroeste de Pakistán. Imaginen escuchar "Ana you look like a pathan" por parte de los aiesecers pakistaníes, de sus amigos, de tus compañeros de trabajo, de tu jefe... y hasta de extranjeros que ya están viviendo acá y dicen "sí, podrías pasar como una patán". El punto débil es que no hablo pashto y ya con mi acento de inglés es bastante obvio que soy extranjera. Y cuando uso jean y remera, directamente a tres cuadras se puede afirmar que soy outsider.

-Llamé a mi abuela porque Mr Skype me regaló crédito, así que la pude llamar a su casa. La tecnología brinda oportunidades impresionantes, al cortar el llamado me quedé unos segundos pensando en eso, totalmente fascinada. Aunque, por otro lado, el Skype es traicionero: te acerca y a la vez incrementa la distancia. Te das cuenta de lo bizarro que es tener una conversación (en tu idioma nativo) con tus seres queridos mientras al lado tuyo tu amiga de Turquía toma un café con tu amiga de Rumania. Tomás conciencia de que no los vas a ver por muuuucho tiempo. Pero si reflexiono y pienso en un nivel racional, de todas maneras, hay mucha gente linda a la que no voy a ver por unos meses y acá estoy viviendo una gran experiencia, así que no gano nada evitando el Skype.

-Visité por primera vez un templo hindú, muy raro todo! Si bien sabía de algunos de sus dioses,como Ganesh o el hecho de que adoran a las vacas ver las imágenes y estatuas del templo no dejó de sorprenderme. También a nivel arquitectónico era raro, no había un gran salón con asientos, sino que rezaban frente a cada dios en pequeños salones, sentados en el piso. Como nota de color, el templo brinda comida para quienes así lo deseen (arroz picante, no se hagan ilusiones)y agua "purificada y filtrada". Con el calor que hacía y sabiendo que iba a ser probablemente mi última oportunidad para tomar agua (debido a Ramadán, explicaré en el siguiente punto) tomé un poco de esa agua, con bastante desconfianza. Tras visitar el templo fuimos a Frere Hall donde los domingos montan una feria de libros. Paseamos, caminamos... y volvimos a casa porque necesitaba agua y comida, no podía más.

-Ramadán: Empezó el mes más importante para los musulmanes. Ramadan Mubarak! En el noveno mes del calendario lunar fue revelado el Corán y se conmemora durante toooodo el mes. Eso sig nifica que por 30 días desde el sahree (tipo 4 de la mañana) hasta iftar (7 y media de la tarde) los musulmanes no comen ni beben nada, reflexionan y rezan. Ah y trabajan también! No entiendo honestamente como resisten, para mí con 36 grados es imposible no tomar agua. Mis felicitaciones para ellos.
Ramadán tiene un par de efectos prácticos en mi vida cotidiana que son simpáticos. Y otros no tanto. Comenzando por los buenos: no hay casi tráfico en las calles. Muchos comercios están cerrados (por no decir la mayoría) hasta las 7 de la tarde, así que cruzar la calle es algo maravilloso. El siguiente no es estrictamente bueno o malo. Quizás sea un poco perjudicial para mí pero lo encuentro divertido. En la oficina casi todos están ayunando. Starina, la secretaria más divina del mundo, es católica así que ella tampoco modificó sus hábitos alimenticios. Peeero tuvimos que desarrollar un plan estratégico para comer y beber, porque no podemos hacerlo delante de los demás. Más que ofensivo es también una enorme tentación. Y es gracioso que a eso de las 10 y media nos miramos y señala con la cabeza la puerta. Agarro unas galletitas para llevar a la cocina y me pregunta "dónde las vas a esconder?" Acá, abajo de la remera" digo yo. El envoltorio de plástico comienza a rozar la blusa y un incómodo ruido se escucha mientras camino, a lo cual Starina me dice que es muuuy obvio el origen del ruido. Yo a este punto siento que estoy traficando diamantes en lugar de tener un simple paquete de galletitas, me parece que es un poco exagerado. Y en el almuerzo, de vuelta a esconder sandwiches en un sobre de correo!! Es el colmo! La forma de sobrellevarlo es con gracia, porque sino se vuelve pesado.

- Problemas estomacales: sí, ya pasé por eso también. Cuando llegué dos de los interns de acá estaban sumamente mal. Uno de ellos incluso me dijo "ya te va a pasar a vos también" Venía bien pero de repente sucedió. Para no ser menos en este surrealismo cosmopolita en el que vivo les cuento que tomé: una pastilla de carbón de Turquía (compañera de depto turca), una solución para recuperar sales de Pakistán (en la oficina), aceite de Indonesia para frotar en la pancita como se hace a los bebés (compañera de depto de Indonesia) y un antigástrico argento. Para continuar con la globalización de la medicina, le acabo de dar a Gokce un Migral ya que le estalla la cabeza. ¡Viva el intercambio de remedios! Para no preocupar a nadie aclaro que ya me siento mejor, me estoy cuidando un poco con lo que como y eso es todo, ya voy a estar perfecta en unos días!

Abrazo grande!

miércoles, 18 de julio de 2012

Primeras visitas a las comunidades rurales de Sindh


Buenos días Buenos Aires, Buenas noches Karachi.

El martes pasado visité Sujawal, un poblado ubicado a 2 horas de distancia de Karachi. El trayecto medido en kilómetros que sería el indicador esperable no sirve de nada acá porque el tiempo que lleva transportarse de un lugar a otro no tiene correlato alguno con la distancia recorrida. Esto se debe a que en la misma ruta podés encontrarte buses locales (que imaginen que no alcanzan una velocidad alta), que al salir de la autopista los demás caminos no están en buen estado y, también, a que a medida que uno se acerca a las comunidades hay seres no motorizados que transitan el camino; seres llamados vacas. Y el sábado Jatti, ubicado a tres horas y media, todavía más lejos que Sujawal

El camino a Sujawal fue más bien tranquilo no hubo muchas interrupciones pero Jatti estaba todavía más lejos, los caminos no estaban en muy buen estado y los rickshaws (especie de taxi, tipo tuk-tuk) dominaban la carretera.
Es muy interesante que, contrario a como yo lo imaginaba, las comunidades están un poco disgregadas entre sí. Se dividen en clanes familiares, entonces un poblado puede tener entre ocho y diez clanes que están a una distancia de 15 minutos, uno del otro. En la mayoría de ellos, hay una cocina común, un solo baño para todos y las casas están dispuestas de forma tal que al salir ves a tus parientes, una frente a la otra y una al lado de otra. No me considero una experta por haber ido apenas dos veces, así que repito, esto son meras observaciones. Pero las familias están muy “relacionadas” entre sí para actuar en las tareas cotidianas: cocinan, ordenan, limpian y lavan juntas. Las mujeres, demás está decirlo. Y los niños, hijos de las distintas familias, correteaban juntos de un lado para otro. Fueron quienes más se acercaron a nosotros y se divertían con nuestra presencia. La visita a Sujawal fue espectacular para ellos porque fuimos con una grúa para tomar fotografías aéreas. Imaginen el revuelo que causó, todos querían subirse a la caja y ver su casa desde arriba pero pocos se animaban. En un cruce de caminos hasta yo me sorprendí al observar alrededor de treinta hombres que aparecieron de la nada, todos amuchados y hablando fuerte. Le pregunto a Fahad que sucedía, si eso era una reunión tribal, si debía bajar del auto y me dice irónicamente: “Encontraron algo nuevo para hacer, ver una grúa. Si querés distraerlos y tener una muchedumbre que observe a la única chica blanca del pueblo bajate, yo me quedo acá”

Dependiendo del clan, ya que cada uno es muy distinto, era el grado de interacción que yo podía realizar. En general, las mujeres me recibían bien e incluso me trataban como si fuera superior a ellas. Si me sentaba en el piso me traían almohadones. En una directamente se sentó una chica a mi lado con la exclusiva función de abanicarme por más que le dijera a través de señas que no era necesario. Y lo gracioso es que me hablaban en Sindhi, el idioma provincial, ni siquiera en Urdu, en el cual alguna que otra palabra puedo decir. Trataba de explicarles que no las entendía y seguían hablándome. Así que yo les hablé en español, para qué hablar en inglés si total no nos entendíamos. Y teníamos unas no-conversaciones (falla en el código de comunicación, de acuerdo al esquema de Jakobson) muy graciosas. Otro detalle simpático es que cuando nos sentábamos formaban un círculo alrededor mío, todas me miraban y sonreían. En una de las aldeas de Sujawal cociné chapatis con indicaciones a través de señas y comentarios emocionados en Sindhi. Mi primer chapati salió chiquito y deforme, todas las mujeres se rieron. El segundo era un poco más grande y los demás eran normales. Imposible lograr un círculo perfecto, quizás con más práctica lo logre.

Si hablo tanto de las mujeres es porque sólo con ellas pude “hablar”, apretar las manos como saludo y pasar tiempo. Porque los hombres como máximo me saludaron con “Salama Alekum”, después era inexistente. Si bien sabía que era muy probable que eso sucediera no dejó de impactarme. Es muy diferente saber algo que vivirlo en carne propia. No estoy diciendo que me discriminaron violentamente ni tampoco que en Argentina la igualdad entre el hombre y la mujer sea perfecta. Pero los roles están notoriamente distribuidos en las comunidades rurales, hay cosas que las mujeres hacen y otras que no, fin de la discusión.
El sábado me pegó más la visita. Venía de conversar la noche anterior con Michel, un brasileño que también está de intercambio, sobre diferencias culturales. Incluso luego de que se fuera a su casa, me quedé pensando mucho en las relaciones padre-hijo, hombre-mujer y las de amistad en los distintos países; así que podríamos decir que ya estaba sensible. Antes de adentrarnos en las “villages” fuimos a una especie de mercadito central del pueblo a preguntar por los dos arquitectos encargados de la construcción de hogares. Me sorprendió encontrarme con hombres exclusivamente, parece que las mujeres no van a realizar las compras. En una de las comunidades las mujeres eran más tímidas, se escondían de la cámara de fotos pero reaparecían después, espiando detrás de las paredes porque querían saber que sucedía. Más allá de lo irrisorio de ver cómo Roberto, compañero de Portugal, sacaba la cámara y 20 mujeres disparaban corriendo para un lado llegaba un punto en el que pensaba “¿realmente es para tanto?”. El relativismo cultural, el cual defendí muchas veces, me empieza a molestar. ¿Hay que entender y tolerar todo? Nadie tiene la verdad sobre cómo comportarse a nivel humano, pero hay muchas cosas que me hacen ruido y no digo específicamente de las comunidades rurales sino de la sociedad en general. Estos pensamientos no ponen en duda el cariño que se puedan profesar los seres humanos, lo que me cuestiono es si algunas normas sociales tienen efectos positivos. A esto le sumo las penosas condiciones de higiene de la comida y el agua, otra cosa esperable pero igualmente impactante.ç

Sumando más eventos al combo emocional que tenía dentro mío, llegamos a las ocho de la noche, tras una jornada de trece horas y fuimos junto con nuestros demás amigos a “crabbing”. Si pienso una traducción sería “pescar cangrejo”, que fue lo que pensé que íbamos a hacer. Pero “crabbing” es salir de paseo en bote y que los marineros cocinen el cangrejo que atraparon anteriormente. La pasé bien, era una linda noche y una actividad divertida. Pero quizás no era lo que necesitaba justo en ese momento. Al otro día, tras haber dormido una buena cantidad de horas, me bañé (algo que me pone muy feliz) y fuimos a la despedida de una chica que tras un año en Pakistán, vuelve a su casa. Con mayoría de extranjeros las conversaciones siempre terminaban rondando en las diferencias. El clima, cómo se festeja Navidad y Año Nuevo, la religión y su puesta en práctica, la vida en familia y la comida fueron los principales temas. Me sentí acompañada, disfruté el tiempo compartido y después me fui con Andreea al shopping, el no-lugar (Marc Augé) por excelencia. Al salir de allí y ver las paredes sin revocar de los edificios de Karachi no entendía nada. Le digo a mi amiga: dentro del shopping me sentía casi en casa, ahora por unos segundos no entiendo nada. Y ella, que lleva tres meses viviendo acá me mira y me dice “sí, yo cuando extraño mi casa vengo al Dolmen Mall”.

Ayer, martes, no había tenido un muy buen día. Volvía a casa un poco cansada, pensé que iba a estar sola, pero estaba trabado desde adentro. Reacción mental: la nueva intern de Indonesia debe haber llegado a la casa. Golpeo para que me abra y me encuentro con un chico de China súper emocionado gritando en castellano “Hola Ana, ¿cómo estás?” Siendo la única hablante nativa de español de esta pequeña comunidad fue una gran alegría poder conversar con él en español. Fuimos al super juntos, nos independizamos de los autos y nos tomamos un rickshaw. Me encantó que le gusta pelear el precio de las cosas también! Al final se mudó al otro departamento, así que vamos a estar a dos cuadras de distancia nomás y le hice prometer que vamos a cocinar comida china.
Todo es posible acá! Saludos, voy a dorir, mañana es un largo día!

jueves, 12 de julio de 2012

Pakistán en blanco y negro

Creo que tanto en AIESEC como mi familia, amigo y casi que diría que yo misma se esperaban que pasara por un choque cultural fuerte. Como algunas de las chicas decían "es Ana, obvio que sabe a donde va" Antes de venir pasé noches enteras googleando sobre la vida en Karachi, leí blogs de gente que vive allá (o acá? jaja,) busqué la dirección de mi casa en Google Earth y hasta leí las recomendaciones del British Council para quienes visitan Pakistán.
Antes de seguirme leyendo, aclaro que estas son las impresiones de alguien de clase media (media-alta, si se quiere) acostumbrada a la vida en Buenos Aires, a viajar en colectivo y subte todos los días y a ir a una universidad pública. Y que no escribo leyes generales, sino meras reflexiones sobre lo que viví en esta semana que llevo viviendo acá.
Lo que definitivamente llamó mi atención y a eso se debe el título de la entrada son los contrastes profundos que veo día a día. No hay grises acá. O manejás un auto carísimo o te tomas el colectivo y viajas en el techo. El lujo que vi en estos días es abrumador: cocineras, choferes, sirvientes. El concepto mismo de sirviente es lo que más me impresiona de acá porque no es que limpian cuando se les indica... sino que tienen que hacer todo. Con una de las chicas que está de intercambio pensamos lo mismo, es muy chocante que hasta para agarrar una pepsi tiene que ir el "maid".
Hay una pequeña clase media, muuuuy incipiente, pero no se siente su peso en el día a día. El sábado pasado fui al Arabian Sea Country Club un lugar divino, dos piletas, canchas de golf, restaurant, etc, etc. De nadar en malla (enteriza, y eso ya es bastante) junto a la clase alta y a los extranjeros que también viven acá pasé a ver en la calle gente durmiendo, mujeres con bebés pidiendo dinero. Es algo nuevo eso? No, por supuesto que en Buenos Aires también lo vemos. Pero acá siento que es algo extremo, no hay término medio. Por ejemplo, no viajamos en colectivo, no por ser de afuera sino porque ni siquiera los locales que pueden viajan en él. Los chicos de acá que no tienen auto propio van en el auto de un amigo. Las familias tienen 2 o 3 autos. Nuestro departamento está cerca de las casas de los chicos, así que nos llevan y nos traen para todos lados.

Ahora, hice un pequeño punteo sobre preguntas que ya muchos me hicieron. Esta es mi manera de contestarles a todos sobre cuestiones básicas. Lo de pequeño es mentirijilla, me entusiasmé escribiendo!

Departamento: vivo en un depto con 3 cuartos, un living y una cocina en común. Hay dos baños en suite y un balcón común. Eso me hace pensar que en realidad el tercer cuarto es más bien una invención de alguien que vivió acá antes que del arquitecto… porque no se parece en nada a los otros, es más bien una extensión del living que está cerrada con una colorida puerta corrediza. Nuestra casita es linda, lo que quizás los espante un poco si pudieran visitarme es que las cañerías originales no funcionan muy bien, por lo que en los baños conectaron unos tubos de plástico y de ahí sale el agua. A tirar el balde se ha dicho, contrariamente a lo que la viejita de Mr Músculo dice! Vivo con Gokce, de Turquía y creo que en unas semanas se unos une una chica de Rusia. Es bastante divertido que nos hablamos en inglés y aunque las dos hablamos bien no es nuestro idioma nativo y hay palabras que nunca tuvimos que usar en inglés antes. Por ejemplo, perejil. Las dos entendíamos el concepto de “perejil” pero no sabíamos la palabra y cuando expliqué “green small leaf” a Manish para que en la verdulería comprara eso (ya que nosotras no hablamos urdu) trajo algo similar... que terminó siendo el por mí odiado cilantro. Lo empezamos a picar y sentí el maldito olor. Quise decir “esto no es perejil” pero no nos podíamos entender. Busqué la palabra y es “parsley” pero Gokce tampoco sabía lo que era. Terminamos buscando imágenes en Google sobre el cilantro y el perejil.

Comida: Ayer me di por vencida. Comida Pakistaní: 1 Ana: 0 Pido comidas no picantes o poco picantes y siento que hay fuegos artificiales explotando en mi boca. Es una lástima porque la comida es rica pero me quema, hasta los labios me arden. Las cosas dulces son muy ricas, para desayunar el paratha, que es un panqueque grueso con huevo encima, es muy bueno. Las jalabis son unos anillos de masa remojada en maple/syrop, ¡riquísimos! Dahl, arroz con una salsa naranja zafa pero ya es un poco picantín. Y después las otras cosas no las tolero. Es muy interesante que a ellos les pasa al revés, ayer cociné en casa y los locales que probaron mi comida dijeron que era de hospital ¡porque no tenía sabor! También convidé mate y fernet y a nadie, pero a NADIE le gustó! Ni siquiera a los chicos que están de intercambio! Por un lado puedo pensar "más yerba y fernet para mí" pero es triste no poder compartirlo, justo ambas son cosas para compartir. Los alfajores que llevé enloquecieron a la familia de mi jefe, eso sí me hizo sentir bien!

Vestimenta: Este punto no sería tan problemático si no estuviese atravesado por la variable climática. Hace tanto calor que la ropa se me pega, no soporto usar jeans ni remeras muy pesadas. Adopté la kurta (parece un vestido con mangas largas) con pantalones finitos de acá y también compré un par de camisolas fresquitas. El domingo pasado fui al Sunday Bazaar, lugar que me recordó mucho al Mercado de la Ceja en El Alto porque podías encontrar de todo: desde artículos de limpieza hasta zapatos de taco alto. Mi objetivo principal era comprar ropa, ya que no tolero usar la ropa que traje de casa. Me divertí regateando con un vendedor que se hacía llamar Dunleep, un actor de Bollywood. Creo que podría haber conseguido la ropa aun más barata si el regateo lo hubiese hecho en español pero hasta Hayan me dijo que para una extranjera blanca que regatea por primera vez en Pakistán estaba bastante bien el precio. En cuanto te ven los precios se inflan terriblemente. Y eso que no soy rubia de ojos claros! En cuanto a las restricciones lo más importante es cubrir las piernas hasta el tobillo, cubrir los hombros y no usar escotes. Me cubrí la cabeza solamente cuando visité unas comunidades rurales a 100 km de Karachi. Esa fue una gran experiencia que contaré en otro post.

Trabajo: estoy trabajando en una ONG que se fundó a partir de las inundaciones del monzón de hace un par de años, que fueron particularmente fuertes y muchas personas de las comunidades rurales en todo Pakistán perdieron sus hogares. Como la economía de las comunidades es de supervivencia, no tienen plata para recontruir la casa, se endeudan y caen en un círculo vicioso ante el próximo monzón. KRT empezó a construir casas de piedra y ladrillo para que puedan resistir las inundaciones y, a su vez, generar conciencia en las comunidades para desarrollarse en forma sustentable. Mi función es hacer un seguimiento de cómo va cada projecto llevándose a cabo, en los distintos poblados y escribir reportes para los donantes.

Tráfico: Todos los AIESECers pakistaníes dicen “uy nuestro tráfico es una locura” y hasta los extranjeros también piensan que es un caos. No es que yo crea que el tráfico sea ordenado, la verdad que muchas veces se originan “traffic jams” porque todos quieren ser el primero en pasar, el primero en doblar y la infraestructura urbana no es muy buena. Faltan semáforos y los policías que dirigen el tránsito prácticamente no tienen autoridad. Una de mis compañeras de oficina dice que en Karachi todos conducen con la ley del “me, first” o sea que no importa quién esté adelante, hay que pasarlo rápidamente. Concuerdo completamente. Pero, por otro lado, habiendo tenido la oportunidad de visitar La Paz (Bolivia) creo que el tráfico no es nada comparado con esa locura. Además creo que incluso en Buenos Aires se escuchan más bocinazos que acá. Retomando la ley “me, first” lo que hacen los conductores es tocar la bocina para avisarle al otro que lo van a pasar lo cual es bastante respetable pero molesto a fin de cuentas porque en un viaje de 15 minutos escuchás muchos pequeños avisos de adelanto.
Un detalle no menor es lo respetuosos que son con los otros conductores. En estos días ya estuve dos veces atrapada en embotellamientos o vi infracciones que serían multadas en forma inmediata en Macrilandia pero acá jamás se les cruza por la cabeza insultarse. Mi hipótesis es que esto se debe a los valores y la educación que reciben desde chicos, porque tampoco en una conversación normal usan muchas “malas palabras” ni gritan tanto como nosotros. Ya comenté varias veces que en situaciones como esas en Buenos Aires la gente se estaría puteando de una ventanilla a otra. Acá en cambio, lo dejan pasar como si nada y si el tránsito queda estancado por minutos la gente se baja y comienza a decidir quién debe salir para cada lado.

Salidas nocturnas: Siguiendo con los contrastes de esta ciudad, el tema de las salidas es otro gran indicador de los claroscuros pakistaníes. Antes de venir pensé que directamente no iba a salir, que como mucho iría a reuniones en la casa de alguien, ir a cenar algo… que eso era todo. Estaba completamente equivocada. Debajo del tapete del qué dirán se esconde un mundo de excesos que supera ampliamente al tipo de salidas que realizo normalmente. De acuerdo al tipo de alfombra que uno levante será el mundo del ocio que descubrirá. Acá se puede hacer de todo, si se conoce a la gente adecuada y si tenés plata, por supuesto. Uno de los chicos me dijo “Money talks, shit walks”, excelente frase para describir este panorama. Las fiestas, las salidas o hasta comprar una cerveza para tomar en la casa se puede hacer, pero en secreto. Por momentos se torna gracioso para mí esta situación porque todos saben todo pero igual, no hay que decir nada. No es tanto por lo religioso sino por cómo los demás juzgarán su accionar. Las apariencias son tan importantes que a veces, estando en una reunión con mucha gente, me llegan mensajitos de gente que está presente ahí!

martes, 10 de julio de 2012

Hola a todos, qué tal?
Hace un par de días que vengo prometiendo la apertura del blog. El corte de electricidad y el calor de nuestro departamento me encuentran en un lindo café en Zamzama, una de las calles más comerciales en Karachi.
Si bien me fui hace casi una semana conocí ya tanta gente diferente y viví tantas cosas contradictorias, divertidas y por supuesto, inesperadas que siento que el tiempo que pasó es mucho más. Mi mayor miedo antes de viajar era que la gente no me hablara. No sólo no pasó eso sino que desde que el avión despegó en Ezeiza que estuve hablando con personas. Conocí a un padre orgulloso que iba a Johannesburgo a ver el partido de rugby que su hijo, el árbitro de rugby más importante de Argentina, iba a dirigir. Deambulé por el freeshop de aquella misma ciudad africana con dos abogados argentinos con pinta de ingenieros. Brindé con cinco ingenieros brasileños que iban a trabajar a la India ya que por seis meses no iba a probar una gota de alcohol (pobres de nosotros, se sorprenderían de lo radical que puede ser la noche de Karachi) 
Me retuvo la policía en un sector especial del aeropuerto de Bombay por no tener visa, hicieron el check in por mí, me llevaron a reconocer mi "valija" y se sorprendieron al encontrar la mochila de mochilera. Antes de subir al tercer tramo me hice amiga de una chica de Tanzania que cuando llegamos al aeropuerto de Dubai me regaló chocolate Hersheys!! 
Y, para cuando finalmente llegué a Karachi tuve una de las mejores bienvenidas del mundo. Usman, parte de AIESEC, me llevó a su casa donde pude bañarme y dormir una siesta y almorzar una terrible cantidad de platos picantes. 
Tengo muuuucho más para contar. Esto es sólo el comienzo, apenas si conté el primer día! Vamos a ver cuanto llego a escribir en estos cinco minutos que me quedan, antes de ir para "The Mansion" el departamento donde viven la mayoría de los extranjeros que están como yo, de exchange. En cambio, yo vivo junto a una chica muy simpática de Turquía en otro departamento. Como trabajamos en la misma oficina es muy fácil, vamos y volvemos juntas. Recién me estoy instalando pero tengo ganas de decorarlo, ponerlo un poco más alegre porque las paredes están muy vacías. Otro día saco fotos y las subo.
Esto es todo para la primer entrega! Voy a escribir en cuanto pueda, porque me falta 80% de lo que pasó hasta ahora! Abrazo grande!