Creo que tanto en AIESEC como mi familia, amigo y casi que diría que yo misma se esperaban que pasara por un choque cultural fuerte. Como algunas de las chicas decían "es Ana, obvio que sabe a donde va" Antes de venir pasé noches enteras googleando sobre la vida en Karachi, leí blogs de gente que vive allá (o acá? jaja,) busqué la dirección de mi casa en Google Earth y hasta leí las recomendaciones del British Council para quienes visitan Pakistán.
Antes de seguirme leyendo, aclaro que estas son las impresiones de alguien de clase media (media-alta, si se quiere) acostumbrada a la vida en Buenos Aires, a viajar en colectivo y subte todos los días y a ir a una universidad pública. Y que no escribo leyes generales, sino meras reflexiones sobre lo que viví en esta semana que llevo viviendo acá.
Lo que definitivamente llamó mi atención y a eso se debe el título de la entrada son los contrastes profundos que veo día a día. No hay grises acá. O manejás un auto carísimo o te tomas el colectivo y viajas en el techo. El lujo que vi en estos días es abrumador: cocineras, choferes, sirvientes. El concepto mismo de sirviente es lo que más me impresiona de acá porque no es que limpian cuando se les indica... sino que tienen que hacer todo. Con una de las chicas que está de intercambio pensamos lo mismo, es muy chocante que hasta para agarrar una pepsi tiene que ir el "maid".
Hay una pequeña clase media, muuuuy incipiente, pero no se siente su peso en el día a día. El sábado pasado fui al Arabian Sea Country Club un lugar divino, dos piletas, canchas de golf, restaurant, etc, etc. De nadar en malla (enteriza, y eso ya es bastante) junto a la clase alta y a los extranjeros que también viven acá pasé a ver en la calle gente durmiendo, mujeres con bebés pidiendo dinero. Es algo nuevo eso? No, por supuesto que en Buenos Aires también lo vemos. Pero acá siento que es algo extremo, no hay término medio. Por ejemplo, no viajamos en colectivo, no por ser de afuera sino porque ni siquiera los locales que pueden viajan en él. Los chicos de acá que no tienen auto propio van en el auto de un amigo. Las familias tienen 2 o 3 autos. Nuestro departamento está cerca de las casas de los chicos, así que nos llevan y nos traen para todos lados.
Ahora, hice un pequeño punteo sobre preguntas que ya muchos me hicieron. Esta es mi manera de contestarles a todos sobre cuestiones básicas. Lo de pequeño es mentirijilla, me entusiasmé escribiendo!
Departamento: vivo en un depto con 3 cuartos, un living y una cocina en común. Hay dos baños en suite y un balcón común. Eso me hace pensar que en realidad el tercer cuarto es más bien una invención de alguien que vivió acá antes que del arquitecto… porque no se parece en nada a los otros, es más bien una extensión del living que está cerrada con una colorida puerta corrediza. Nuestra casita es linda, lo que quizás los espante un poco si pudieran visitarme es que las cañerías originales no funcionan muy bien, por lo que en los baños conectaron unos tubos de plástico y de ahí sale el agua. A tirar el balde se ha dicho, contrariamente a lo que la viejita de Mr Músculo dice! Vivo con Gokce, de Turquía y creo que en unas semanas se unos une una chica de Rusia. Es bastante divertido que nos hablamos en inglés y aunque las dos hablamos bien no es nuestro idioma nativo y hay palabras que nunca tuvimos que usar en inglés antes. Por ejemplo, perejil. Las dos entendíamos el concepto de “perejil” pero no sabíamos la palabra y cuando expliqué “green small leaf” a Manish para que en la verdulería comprara eso (ya que nosotras no hablamos urdu) trajo algo similar... que terminó siendo el por mí odiado cilantro. Lo empezamos a picar y sentí el maldito olor. Quise decir “esto no es perejil” pero no nos podíamos entender. Busqué la palabra y es “parsley” pero Gokce tampoco sabía lo que era. Terminamos buscando imágenes en Google sobre el cilantro y el perejil.
Comida: Ayer me di por vencida. Comida Pakistaní: 1 Ana: 0 Pido comidas no picantes o poco picantes y siento que hay fuegos artificiales explotando en mi boca. Es una lástima porque la comida es rica pero me quema, hasta los labios me arden. Las cosas dulces son muy ricas, para desayunar el paratha, que es un panqueque grueso con huevo encima, es muy bueno. Las jalabis son unos anillos de masa remojada en maple/syrop, ¡riquísimos! Dahl, arroz con una salsa naranja zafa pero ya es un poco picantín. Y después las otras cosas no las tolero. Es muy interesante que a ellos les pasa al revés, ayer cociné en casa y los locales que probaron mi comida dijeron que era de hospital ¡porque no tenía sabor! También convidé mate y fernet y a nadie, pero a NADIE le gustó! Ni siquiera a los chicos que están de intercambio! Por un lado puedo pensar "más yerba y fernet para mí" pero es triste no poder compartirlo, justo ambas son cosas para compartir. Los alfajores que llevé enloquecieron a la familia de mi jefe, eso sí me hizo sentir bien!
Vestimenta: Este punto no sería tan problemático si no estuviese atravesado por la variable climática. Hace tanto calor que la ropa se me pega, no soporto usar jeans ni remeras muy pesadas. Adopté la kurta (parece un vestido con mangas largas) con pantalones finitos de acá y también compré un par de camisolas fresquitas. El domingo pasado fui al Sunday Bazaar, lugar que me recordó mucho al Mercado de la Ceja en El Alto porque podías encontrar de todo: desde artículos de limpieza hasta zapatos de taco alto. Mi objetivo principal era comprar ropa, ya que no tolero usar la ropa que traje de casa. Me divertí regateando con un vendedor que se hacía llamar Dunleep, un actor de Bollywood. Creo que podría haber conseguido la ropa aun más barata si el regateo lo hubiese hecho en español pero hasta Hayan me dijo que para una extranjera blanca que regatea por primera vez en Pakistán estaba bastante bien el precio. En cuanto te ven los precios se inflan terriblemente. Y eso que no soy rubia de ojos claros! En cuanto a las restricciones lo más importante es cubrir las piernas hasta el tobillo, cubrir los hombros y no usar escotes. Me cubrí la cabeza solamente cuando visité unas comunidades rurales a 100 km de Karachi. Esa fue una gran experiencia que contaré en otro post.
Trabajo: estoy trabajando en una ONG que se fundó a partir de las inundaciones del monzón de hace un par de años, que fueron particularmente fuertes y muchas personas de las comunidades rurales en todo Pakistán perdieron sus hogares. Como la economía de las comunidades es de supervivencia, no tienen plata para recontruir la casa, se endeudan y caen en un círculo vicioso ante el próximo monzón. KRT empezó a construir casas de piedra y ladrillo para que puedan resistir las inundaciones y, a su vez, generar conciencia en las comunidades para desarrollarse en forma sustentable. Mi función es hacer un seguimiento de cómo va cada projecto llevándose a cabo, en los distintos poblados y escribir reportes para los donantes.
Tráfico: Todos los AIESECers pakistaníes dicen “uy nuestro tráfico es una locura” y hasta los extranjeros también piensan que es un caos. No es que yo crea que el tráfico sea ordenado, la verdad que muchas veces se originan “traffic jams” porque todos quieren ser el primero en pasar, el primero en doblar y la infraestructura urbana no es muy buena. Faltan semáforos y los policías que dirigen el tránsito prácticamente no tienen autoridad. Una de mis compañeras de oficina dice que en Karachi todos conducen con la ley del “me, first” o sea que no importa quién esté adelante, hay que pasarlo rápidamente. Concuerdo completamente. Pero, por otro lado, habiendo tenido la oportunidad de visitar La Paz (Bolivia) creo que el tráfico no es nada comparado con esa locura. Además creo que incluso en Buenos Aires se escuchan más bocinazos que acá. Retomando la ley “me, first” lo que hacen los conductores es tocar la bocina para avisarle al otro que lo van a pasar lo cual es bastante respetable pero molesto a fin de cuentas porque en un viaje de 15 minutos escuchás muchos pequeños avisos de adelanto.
Un detalle no menor es lo respetuosos que son con los otros conductores. En estos días ya estuve dos veces atrapada en embotellamientos o vi infracciones que serían multadas en forma inmediata en Macrilandia pero acá jamás se les cruza por la cabeza insultarse. Mi hipótesis es que esto se debe a los valores y la educación que reciben desde chicos, porque tampoco en una conversación normal usan muchas “malas palabras” ni gritan tanto como nosotros. Ya comenté varias veces que en situaciones como esas en Buenos Aires la gente se estaría puteando de una ventanilla a otra. Acá en cambio, lo dejan pasar como si nada y si el tránsito queda estancado por minutos la gente se baja y comienza a decidir quién debe salir para cada lado.
Salidas nocturnas: Siguiendo con los contrastes de esta ciudad, el tema de las salidas es otro gran indicador de los claroscuros pakistaníes. Antes de venir pensé que directamente no iba a salir, que como mucho iría a reuniones en la casa de alguien, ir a cenar algo… que eso era todo. Estaba completamente equivocada. Debajo del tapete del qué dirán se esconde un mundo de excesos que supera ampliamente al tipo de salidas que realizo normalmente. De acuerdo al tipo de alfombra que uno levante será el mundo del ocio que descubrirá. Acá se puede hacer de todo, si se conoce a la gente adecuada y si tenés plata, por supuesto. Uno de los chicos me dijo “Money talks, shit walks”, excelente frase para describir este panorama. Las fiestas, las salidas o hasta comprar una cerveza para tomar en la casa se puede hacer, pero en secreto. Por momentos se torna gracioso para mí esta situación porque todos saben todo pero igual, no hay que decir nada. No es tanto por lo religioso sino por cómo los demás juzgarán su accionar. Las apariencias son tan importantes que a veces, estando en una reunión con mucha gente, me llegan mensajitos de gente que está presente ahí!
Antes de seguirme leyendo, aclaro que estas son las impresiones de alguien de clase media (media-alta, si se quiere) acostumbrada a la vida en Buenos Aires, a viajar en colectivo y subte todos los días y a ir a una universidad pública. Y que no escribo leyes generales, sino meras reflexiones sobre lo que viví en esta semana que llevo viviendo acá.
Lo que definitivamente llamó mi atención y a eso se debe el título de la entrada son los contrastes profundos que veo día a día. No hay grises acá. O manejás un auto carísimo o te tomas el colectivo y viajas en el techo. El lujo que vi en estos días es abrumador: cocineras, choferes, sirvientes. El concepto mismo de sirviente es lo que más me impresiona de acá porque no es que limpian cuando se les indica... sino que tienen que hacer todo. Con una de las chicas que está de intercambio pensamos lo mismo, es muy chocante que hasta para agarrar una pepsi tiene que ir el "maid".
Hay una pequeña clase media, muuuuy incipiente, pero no se siente su peso en el día a día. El sábado pasado fui al Arabian Sea Country Club un lugar divino, dos piletas, canchas de golf, restaurant, etc, etc. De nadar en malla (enteriza, y eso ya es bastante) junto a la clase alta y a los extranjeros que también viven acá pasé a ver en la calle gente durmiendo, mujeres con bebés pidiendo dinero. Es algo nuevo eso? No, por supuesto que en Buenos Aires también lo vemos. Pero acá siento que es algo extremo, no hay término medio. Por ejemplo, no viajamos en colectivo, no por ser de afuera sino porque ni siquiera los locales que pueden viajan en él. Los chicos de acá que no tienen auto propio van en el auto de un amigo. Las familias tienen 2 o 3 autos. Nuestro departamento está cerca de las casas de los chicos, así que nos llevan y nos traen para todos lados.
Ahora, hice un pequeño punteo sobre preguntas que ya muchos me hicieron. Esta es mi manera de contestarles a todos sobre cuestiones básicas. Lo de pequeño es mentirijilla, me entusiasmé escribiendo!
Departamento: vivo en un depto con 3 cuartos, un living y una cocina en común. Hay dos baños en suite y un balcón común. Eso me hace pensar que en realidad el tercer cuarto es más bien una invención de alguien que vivió acá antes que del arquitecto… porque no se parece en nada a los otros, es más bien una extensión del living que está cerrada con una colorida puerta corrediza. Nuestra casita es linda, lo que quizás los espante un poco si pudieran visitarme es que las cañerías originales no funcionan muy bien, por lo que en los baños conectaron unos tubos de plástico y de ahí sale el agua. A tirar el balde se ha dicho, contrariamente a lo que la viejita de Mr Músculo dice! Vivo con Gokce, de Turquía y creo que en unas semanas se unos une una chica de Rusia. Es bastante divertido que nos hablamos en inglés y aunque las dos hablamos bien no es nuestro idioma nativo y hay palabras que nunca tuvimos que usar en inglés antes. Por ejemplo, perejil. Las dos entendíamos el concepto de “perejil” pero no sabíamos la palabra y cuando expliqué “green small leaf” a Manish para que en la verdulería comprara eso (ya que nosotras no hablamos urdu) trajo algo similar... que terminó siendo el por mí odiado cilantro. Lo empezamos a picar y sentí el maldito olor. Quise decir “esto no es perejil” pero no nos podíamos entender. Busqué la palabra y es “parsley” pero Gokce tampoco sabía lo que era. Terminamos buscando imágenes en Google sobre el cilantro y el perejil.
Comida: Ayer me di por vencida. Comida Pakistaní: 1 Ana: 0 Pido comidas no picantes o poco picantes y siento que hay fuegos artificiales explotando en mi boca. Es una lástima porque la comida es rica pero me quema, hasta los labios me arden. Las cosas dulces son muy ricas, para desayunar el paratha, que es un panqueque grueso con huevo encima, es muy bueno. Las jalabis son unos anillos de masa remojada en maple/syrop, ¡riquísimos! Dahl, arroz con una salsa naranja zafa pero ya es un poco picantín. Y después las otras cosas no las tolero. Es muy interesante que a ellos les pasa al revés, ayer cociné en casa y los locales que probaron mi comida dijeron que era de hospital ¡porque no tenía sabor! También convidé mate y fernet y a nadie, pero a NADIE le gustó! Ni siquiera a los chicos que están de intercambio! Por un lado puedo pensar "más yerba y fernet para mí" pero es triste no poder compartirlo, justo ambas son cosas para compartir. Los alfajores que llevé enloquecieron a la familia de mi jefe, eso sí me hizo sentir bien!
Vestimenta: Este punto no sería tan problemático si no estuviese atravesado por la variable climática. Hace tanto calor que la ropa se me pega, no soporto usar jeans ni remeras muy pesadas. Adopté la kurta (parece un vestido con mangas largas) con pantalones finitos de acá y también compré un par de camisolas fresquitas. El domingo pasado fui al Sunday Bazaar, lugar que me recordó mucho al Mercado de la Ceja en El Alto porque podías encontrar de todo: desde artículos de limpieza hasta zapatos de taco alto. Mi objetivo principal era comprar ropa, ya que no tolero usar la ropa que traje de casa. Me divertí regateando con un vendedor que se hacía llamar Dunleep, un actor de Bollywood. Creo que podría haber conseguido la ropa aun más barata si el regateo lo hubiese hecho en español pero hasta Hayan me dijo que para una extranjera blanca que regatea por primera vez en Pakistán estaba bastante bien el precio. En cuanto te ven los precios se inflan terriblemente. Y eso que no soy rubia de ojos claros! En cuanto a las restricciones lo más importante es cubrir las piernas hasta el tobillo, cubrir los hombros y no usar escotes. Me cubrí la cabeza solamente cuando visité unas comunidades rurales a 100 km de Karachi. Esa fue una gran experiencia que contaré en otro post.
Trabajo: estoy trabajando en una ONG que se fundó a partir de las inundaciones del monzón de hace un par de años, que fueron particularmente fuertes y muchas personas de las comunidades rurales en todo Pakistán perdieron sus hogares. Como la economía de las comunidades es de supervivencia, no tienen plata para recontruir la casa, se endeudan y caen en un círculo vicioso ante el próximo monzón. KRT empezó a construir casas de piedra y ladrillo para que puedan resistir las inundaciones y, a su vez, generar conciencia en las comunidades para desarrollarse en forma sustentable. Mi función es hacer un seguimiento de cómo va cada projecto llevándose a cabo, en los distintos poblados y escribir reportes para los donantes.
Tráfico: Todos los AIESECers pakistaníes dicen “uy nuestro tráfico es una locura” y hasta los extranjeros también piensan que es un caos. No es que yo crea que el tráfico sea ordenado, la verdad que muchas veces se originan “traffic jams” porque todos quieren ser el primero en pasar, el primero en doblar y la infraestructura urbana no es muy buena. Faltan semáforos y los policías que dirigen el tránsito prácticamente no tienen autoridad. Una de mis compañeras de oficina dice que en Karachi todos conducen con la ley del “me, first” o sea que no importa quién esté adelante, hay que pasarlo rápidamente. Concuerdo completamente. Pero, por otro lado, habiendo tenido la oportunidad de visitar La Paz (Bolivia) creo que el tráfico no es nada comparado con esa locura. Además creo que incluso en Buenos Aires se escuchan más bocinazos que acá. Retomando la ley “me, first” lo que hacen los conductores es tocar la bocina para avisarle al otro que lo van a pasar lo cual es bastante respetable pero molesto a fin de cuentas porque en un viaje de 15 minutos escuchás muchos pequeños avisos de adelanto.
Un detalle no menor es lo respetuosos que son con los otros conductores. En estos días ya estuve dos veces atrapada en embotellamientos o vi infracciones que serían multadas en forma inmediata en Macrilandia pero acá jamás se les cruza por la cabeza insultarse. Mi hipótesis es que esto se debe a los valores y la educación que reciben desde chicos, porque tampoco en una conversación normal usan muchas “malas palabras” ni gritan tanto como nosotros. Ya comenté varias veces que en situaciones como esas en Buenos Aires la gente se estaría puteando de una ventanilla a otra. Acá en cambio, lo dejan pasar como si nada y si el tránsito queda estancado por minutos la gente se baja y comienza a decidir quién debe salir para cada lado.
Salidas nocturnas: Siguiendo con los contrastes de esta ciudad, el tema de las salidas es otro gran indicador de los claroscuros pakistaníes. Antes de venir pensé que directamente no iba a salir, que como mucho iría a reuniones en la casa de alguien, ir a cenar algo… que eso era todo. Estaba completamente equivocada. Debajo del tapete del qué dirán se esconde un mundo de excesos que supera ampliamente al tipo de salidas que realizo normalmente. De acuerdo al tipo de alfombra que uno levante será el mundo del ocio que descubrirá. Acá se puede hacer de todo, si se conoce a la gente adecuada y si tenés plata, por supuesto. Uno de los chicos me dijo “Money talks, shit walks”, excelente frase para describir este panorama. Las fiestas, las salidas o hasta comprar una cerveza para tomar en la casa se puede hacer, pero en secreto. Por momentos se torna gracioso para mí esta situación porque todos saben todo pero igual, no hay que decir nada. No es tanto por lo religioso sino por cómo los demás juzgarán su accionar. Las apariencias son tan importantes que a veces, estando en una reunión con mucha gente, me llegan mensajitos de gente que está presente ahí!
Hola Ana!
ResponderEliminarDescubri tu blog de casualidad y me encanta, te voy a seguir de una. Super interesante el lugar y lo que haces o vas a hacer. Conta mas sobre la ONG en la que estas. Me parece re interesante ese grupo de gente de todos lados haciendo ese trabajo tan loco en ese lugar. Me gustaria leer mas sobre eso, sobre la organizacion, tus companieros, tu jefe, el trabajo, la noche, etc.
Bueno mucha suerte! Pasala genial, escribi mucho y ojala te acostumbres al picante y al calor!
Carinios desde Buenos Aires,
Juan
Hola Juan, muchas gracias por tu comentario! Ya estoy escribiendo la próxima entrada. Al calor puede que me acostumbre, pero al picante jamás. De hecho hoy espero comprar comida normal y cocinar en casita para tener reservas y así sobrevivir!
EliminarAbrazo!